lunes, 11 de enero de 2010

Sold out

Ya sé, ya sé era tan pero tan buena, y me lo decís asi con esa cara de niño mirando la sortija que acaba de perder. Era una santa, dónde la ponías se quedaba, seguramente sigue ahí debajo de aquel árbol esperando. Me pregunto… ¿estará abrigada?
Y te molestan mis resoplidos, o mis ojos revoleando, porque yo debiera hermanarme con aquella tan buena y dedicarme a ponerle flores los domingos en algún altar pagano. Pero he decidido que no, que no lo haré que me importan un cuerno, las bondades femeninas, que antes de ser buena prefiero pasar por tu vida y que luego no te atrevas a nombrarme siquiera. Porque el destino de las buenas, me provoca náuseas, porque antes de merecer semejante calificativo salgo a correr maratones, y sabés bien que eso sería el colmo del sacrificio para mi.
Pero vos insistis en traerla a casa a la buena, para que con su presencia remarque mis dislates de neurosis constante. Pero no te das cuenta que cuando eso ocurre, yo le hago un guiño y mientras me como dos naranjas la miro con sorna y suelto carcajadas. Porque sin ella, tan buena, vos no tendrías las agallas para volverte a meter una y otra vez en mi cama.

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